Probaturas de guitarras (Violão), tomas de contacto con cavaquinhos y panderos.
Platos al peso para comer y de beber... cerveza.
En el escaparate del bar de comidas rápidas, de espalda a la calle, progresaba un músico local rítmicos acordes de guitarra, samba y bossa.
Maravilla de esos instantes conscientes de sincronización con el mundo, donde la vida de repente parece cobrar sentido en actos sencillos. Oir música, ver pasar gente, en la compañía de un amigo, comer, charlar y pasar un buen trago.
Namasté, Enrique.