Un día ella enmudeció, casi sin dar explicaciones, o era que necesitaba un cambio, que necesitaba ese silencio para escuchar esa voz de adentro que se había hecho más y más tímida e insegura.
Yo no desespero, ando como casi siempre, en cierta forma parándome de vez en vez a ver cómo anda de salud y cuan alto se escucha la mía.
Esta tarde volveré a esa práctica Zen que no requiere de tatamis ni jardines de piedra y que se basta con una tabla de planchar o un mocho...Om mani padme hum...
Dibujo: Ál
1 comentario:
Pues este estilo tuyo de ilustraciones está muy bien. Me gusta. Gracias por tu visita.
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