Requiem por guitarra

Hoy de madrugada un seco golpe de madera hueca quebrada y vibración de cuerdas que sonó a duelo, hizo de vuestro cuerpo astillas. Como abuela sana y lustrosa que un mal resbalón por escaleras deja saldo de cadera rota y sentencia de muerte.
Tu cuerpo que tanto abracé en noches de Silvio, yace ahora en su funda, mortaja acolchada de un apropiado negro de luto.
Crespón en Mi menor, latido en marcha fúnebre, por un sin sentido que me dejó huerfano y os destrozó la risa. Hasta pronto compañera.

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