Hay Caracoles


Hoy me han preguntado que por qué creo que siempre que en un bar ofertan caracoles los dibujan. Y nunca ponen una foto antes o después de pasar por cocina cuando el resto de platos suele tener su foto.
La teoría que sustentaba el encuestador era sobre lo asqueroso de ver la realidad de comerse un bicho así.
Yo lo veo de otra forma. Todo el mundo sabe, por muy mal que se le dé el dibujo, dibujar un caracol o una casa. Es imposible resistirse a la tentación de dibujar lo único que uno sabe si le dan la oportunidad. Lo de pintar un bocata de calamares es otra cosa, y uno se resigna a la consabida foto.

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