A 30.000 pies

Por unas horas no soy yo quien decide que va a pasar con mi vida, y descanso de esa responsabilidad.

Se ven las cosas muy diferentes al tomar un poco de altura.
A medida que se empequeñecen y empiezan a no tener importancia las cosas que se abandonaron ahí abajo, se tornan grandes enormes tus pensamientos, sobretodo esos tan sutiles que el ruido del tráfico y las prisas terminan por acallar. Es como un reencuentro sorprendente en el ascensor con ese vecino, que sin saber porqué, te cae bien y hacía años que no coincidíais.

Sonrío al ver un espectáculo tan impresionante enmarcado en un cuadro tan chiquito y humilde.

1 comentario:

Marta dijo...

volando voy, volando vengo...
volando voy, volando vengo vengo...
por el camiiiinooo yo me entretengo

hermosísima imagen; claro desde tus alturas sí que puedes

las mías son de a ras de suelo, subterráneas o subacuáticas, en todo caso su- o sub-

su beso

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