Cardinales monetarios en extinción



El precio del euro ha sido mayor del que llegamos a alcanzar a imaginar, más terrible si cabe que la subida y redondeo generalizado.
Nos ha dejado estupideces como la coletilla de"antiguas" como si hiciera falta diferenciador de las únicas pesetas conocidas. También alguna perla como la asimilación fonética de euro a leuro o aurelio...
Pérdidas irreparables como la estimación del precio de algo, con exactitudes tan vagas y castizas como: ni un céntimo, dos duros, tres pesetas, cuatro perras...
Me tocó vivir el paso del B/N al color en la tele, después de eso no creí que viera avance igual hasta el fin de mi existencia. Qué equivocado estaba, llegó la popularización de la telefonía móvil, UMTS, Internet para todos, ADSL, la digitalización de todo nuestro querido mundo analógico CD, DVD, TDT, MP3.... cagüen en la madre que parió a tanta sigla tecnológica. He asimilado con sorprendente flexibilidad mental la adaptación a tanto cambio. Pero lo de la moneda ha sido mi puntilla, aún para conocer el valor "real" de cualquier cosa debo sacar la lengua y hacer dedos para convertir la cifra a mis pesetas.
Foto: Peseta Alfonso XII, en cabeza de Charango

Blues verbal


















Dices que no me entiendes,
mientes y no te creo.
Sabes que me ignoras.
Cuentas que te hirieron.

Vives, eso dices
Aunque cuesta creerlo.
Arrastrando zapatillas,
rendido tu cuerpo.

Guardo en el cajón
soledades de otro tiempo,
fiestas bienvenidas,
lutos impuestos.

Y hasta alguna alegría
que no merezco.
Porque ya es tarde,
porque tardé en creerlo.


Foto: Graffiti, Bairro Alto (Lisboa)

Que la sencillez te guíe

Foto: Ál (Tejar de Tietar)

Estos días un zumbido de abeja me ha susurrado insistente que la sencillez debe guiar nuestro camino. Hoy con sorpresa me ha venido a la cabeza cómo elegían antiguamente el trazado de una nueva carretera o vía férrea en zonas de montaña.
No había cálculo sesudo en oficina técnica, ni teodolitos, ni planos acotados con desmontes y terraplenes... simplemente se obligaba a subir a un buey por la loma estaquillando su rastro, así se tenía la curva de mínima pendiente sin más. El camino más cómodo y económico lo proponía la masa gris simple e intuitiva de un animal.
La vida es tan sencilla que se presta a que la compliquemos rápidamente...lo complicado es huir de la tentación de la complejidad.
Es deber nuestro el pararnos, no para reflexiones sesudas con segundas y terceras derivadas, sino para soltar a nuestro buey y seguirlo en su lento y fácil caminar.

Amén.
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